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El éxito del puerto de Londres fue de que fue capaz de atraer enormes cantidades de comercio marítimo a la capital británica (en una época, alrededor de 1860, más del 60 por ciento del tráfico mundial pasaba por los muelles de Londres), y que la ciudad entera, el país entero, se volcaron a aprovechar este tráfico para crear miles de actividades industriales y de servicios que se integraban con el transporte marítimo.

Así, por ejemplo, mientras Inglaterra se convertía en el primer país industrial del mundo en el Siglo XIX, su sector financiero se comenzó a desarrollar alrededor de las actividades del puerto de Londres, asegurando cargas que entraban y salían, financiando las importaciones, las exportaciones y las reexportaciones, etc.

Una gran parte del negocio era descargar la mercadería que venía de fuera de Europa, procesarla y empacarla y mandarla para Europa continental.

Esto fue lo que hizo de Inglaterra la potencia más grande del mundo por más de cien años a pesar de ser una isla pequeña. Fue también uno de los factores más importantes en la industrialización del país.

Esta es la visión que necesitamos para el puerto de La Unión y la visión con la que fue concebido hace más de diez años, como la base para convertir al país en un centro logístico regional que llevara al desarrollo de industrias, servicios, empleos y riqueza a nivel nacional y regional.

Dentro de esta visión es evidente que lo que necesitamos de los que manejen el puerto es la capacidad de generar tráfico hacia él, para que en él se genere industria, servicios, agricultura y empleos.

Es más que obvio que el gobierno no tiene la capacidad de hacer esto. Si la tuviera, ya lo hubiera hecho con Acajutla, y nunca se hizo, ni en esta ni en ninguna administración.

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